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SI BUSCAS LA ILUSIÓN...  LA ENCONTRARÁS

La ilusión se pierde. Todos lo sabemos. Es como si tuvieras un enorme boquete en el cuerpo y en el alma por el que se escapa la alegría, el entusiasmo y la esperanza; provocando sensación de desencanto, de vacío, de un sin sentido. Queda  sólo un breve recuerdo que se ha desligado de las emociones que producía y hacían vibrar a la persona; pasando a formar parte de un pasado remoto que se pierde en la memoria.

En ese momento en que uno se siente con la ilusión perdida, no tiene fuerzas para recuperarla, ni siquiera siente interés o anhelo por buscarla, incluso se pregunta si este nuevo estado es el natural de la vida, y la que fue ilusión, no era más que eso, una ilusión, una fantasía infantil o una nube de humo pasajera que revestía la cruda realidad. Estos interrogantes nos pueden llevar por un camino de emociones negativas sin retorno en el que normalmente le acompañan una pasividad reacia al cambio.

Pero en el fondo de cada uno, desde un rincón de nuestra más pura esencia, nos parece, aunque sólo sea un instante, oír el eco de la ilusión, la  que un día existió y nos hizo vibrar, la que contribuyó a creer en nosotros mismos, el lápiz que escribe nuestro destino.

           ¿Es posible recuperar la ilusión? No es una tarea fácil, a veces hasta con ayuda parece un objetivo inalcanzable. Para conseguirlo hay que superar muchos obstáculos, hay que poner empeño, sin desligarse de la realidad, pero sí es posible y está al alcance de todos. La búsqueda de la ilusión es una aventura con final feliz.

 

 

ILUSIÓN: GEOMETRÍA DE LUZ INTERIOR


La geometría trata de las relaciones entre las dimensiones y las formas expresables con medidas.

“Para producir el color se requiere luz y tiniebla, claridad y oscuridad, o si se prefiere una fórmula más general, luz y falta de luz”. A esta conclusión llegó Goethe en sus estudios de la teoría de los colores[1]. El punto de partida para llegar a esa conclusión, como en muchos descubrimientos, arranca de una anécdota, en este caso, relacionada con la geometría y la luz. Fueron unos prismas que le prestaron, a los que apenas hizo caso, pero justo antes de empaquetarlos para devolveros a su propietario, quiso mirar, por última vez, a través de ellos. Cuenta Goethe que se encontraba en ese momento en un cuarto pintado de color blanco, colocó el prisma frente a su ojo, esperaba ver, según la teoría de Newton, toda aquella pared blanca coloreada de distintas gradaciones y haces de colores. Cual fue su asombro cuando advirtió que la pared blanca, que miraba a través del prisma, seguía tan blanca como antes. Asombrado, con el prisma aún aplicado a su ojo, recorrió la pared con su mirada y sólo entonces descubrió que allá donde confinaba la pared con un tono oscuro aparecía un color más o menos marcado y cuando finalmente aparecieron uno tras otro, los barrotes de la ventana, aparecían matizados por los más vivos colores. Así fue como Goethe descubrió que era menester un límite para hacer surgir los colores.

Esta anécdota me pareció muy adecuada para ilustrar el tema de la ilusión, en el que estaba trabajando: ¿Ocurre lo mismo en nuestra vida? ¿Para producir color en nuestra vida es necesario además de la luz la tiniebla, la oscuridad o falta de luz?

Y esto mismo se pregunta Zoide -personaje de “Érase una vez la ilusión”[2] - en su aventura en la búsqueda del color. Es una de las reflexiones que plantea el libro a los lectores. En la historia que relata,  se puede ver qué le ocurre al personaje que ha quedado atascado en la oscuridad, sin vislumbrar luz alguna y por tanto sin color, y cómo es necesaria la luz  y el confinamiento de ambas: luz y oscuridad para ver las dimensiones y distintas formas expresables del color en las personas. En este caso concreto, color -experiencia a través de la  percepción de la luz-, se equipara a  la ilusión –experiencia a través de la percepción de “luz” interna en uno mismo-.

La luz nos permite ver lo que hay en el espacio durante el tiempo que miramos.

Goethe, fue el primero en tratar de forma sistemática el problema del color desde una perspectiva fisiológica y psicológica y va más allá, dice: “Vemos aquello que pensamos”.  Para él, la experiencia de color necesita de esa forma de totalidad, que es una comunión de sensación e idea, de lo externo y lo interno. Y siguiendo con la comparación y analogía del color con la vida y la ilusión ¿Acaso esta comunión no ocurre de forma similar con la ilusión? ¿Acaso la ilusión, al igual que la luz, no es la que nos permite ver qué hay en ese espacio de vida que existe en nosotros entre nuestro tiempo presente y el tiempo futuro que está por venir, el que vamos a vivir? ¿Acaso la ilusión no es ver aquello que pensamos de nosotros mismos? ¿La ilusión no es esa comunión entre espacio y tiempo, entre lo que somos ahora y la idea –en nuestro mundo interno- de lo que deseamos ser en el mundo externo?

Zoide, en su búsqueda del color, de la ilusión, concluye que los colores por sí mismos no se producen, es necesaria la luz y sobre todo la ACCIÓN. La luz también tiene acción, tiene una trayectoria con dimensiones y formas, se propaga a gran velocidad y de la propagación de la luz  y su encuentro con los objetos surgen las sombras: la penumbra (sombra clara) y la umbra (sombra oscura). ¿Y acaso la trayectoria de la ilusión no se encuentra con obstáculos, de los que surge, más o menos oscura la duda, la decepción o la desilusión? Y a ese estado de desilusión, tan similar a la sombra, le acompaña tanto el olvidarnos de nosotros mismos -de cómo es nuestra propia persona o cómo nos gustaría llegar a ser-, como el quedarse atrapado en uno mismo -en los infortunios, en la contemplación absorta de los problemas y no seguir adelante-.

Esa luz, casi mágica, que nos permite ver los colores, para describirla podemos utilizar los parámetros habituales: Amplitud, Periodo, Frecuencia, Longitud de onda, y Velocidad de propagación. Si seguimos equiparando, ¿acaso no podríamos utilizar estos mismos parámetros para describir las ilusiones e incluso añadir algunos más como la esperanza, proyecto de vida, razón para vivir, motivación y alegría entre otros?

Y la luz tiene energía y ¿acaso la ilusión no lleva implícita una energía que todos reconocemos? Una energía que lleva implícita el sentido positivo, la capacidad de creer en nosotros mismo, la capacidad de superación, la capacidad de la persona de elegir con libertad su propio camino.

Podríamos entonces decir que la ilusión es la capacidad de cada ser humano de construir la geometría de su destino, la dimensión y la forma de expresarse a sí mismo y en el mundo.

Lecina Fernández
Publicado en Rusticae Nº 2. Febrero 2011


[1] "Teoría de los colores". Goethe, Johann Wolfgang Von: Consejo General de la Arquitectura Técnica de España. Colegio Oficial de Arquitectos técnicos de Murcia (1992). Celeste Ediciones. Madrid. 1999.
[2] “Érase una vez la ilusión”. Lecina Fernández. ES Ediciones. 2010.

 

 

 

EL POTENCIAL DE LA ILUSIÓN NO TIENE FIN: DIEZ CLAVES

  “No podemos obviar el potencial de la ilusión tanto en nuestra vida cotidiana como la fuerza que contiene en cuanto a su poder de trascendencia”.  Lecina Fernández

 

Estimula tu potencial de la ilusión:

 1.Personaliza la ilusión. En “Érase una vez la ilusión” el lector puede aprender el comportamiento y la ilusión de los personajes, y desde ahí  enfocar hacia su vida interior, hacia su propia vida y descubrir cómo es y hacia dónde va su ilusión.

 2.  No pases por la vida, entra. Con “Érase una vez la ilusión” se posibilita al lector la oportunidad de entrar en la vida”, “entrar en otra dimensión” conjugando su vida con el mundo.

 3.  Contágiate y contagia ilusión. ¿Y por qué no una locura colectiva con la ilusión,hasta el punto que secontagie, propague y se aprenda entre las familias, entre amigos, maestros y alumnos o en el trabajo?

 4.  Descubre nuevas oportunidades de ilusionar. No es necesario inventar la ilusión, aunque sí nos podemos ilusionar por nuevos elementos que se entrelazan en nuestras vidas como personas, situaciones…

 5.  Vive la magia de la ilusión. Hasta que no se cumple, la ilusiónpermaneceencapsulada en nuestra persona: no se ve ni se toca ni se oye y eso la hace única y mágica. Y a nosotros también.

 6.  Diseña la ilusión a tu medida. Si descubrimos la ilusión, crece en nosotros, se acopla de manera particular y encaja de forma exquisita en cada uno de nosotros, con nuestra fantasía, expectativa y  nuestro acercamiento a la realidad.

 7.  Pasa a la acción. La ilusiónno es un parásito del alma, de hecho es necesaria la acción para materializar lo que en principio era solo una idea o algo ideal.

8.   Crece con la ilusión. Cuanto más nos acercamos a conseguir que esa idea se transforme en hecho real, más bien parados salimos, siendo y sintiendo superiores nuestras fuerzas, dispuestos para la siguiente la ilusión.

9.  Lleva las riendas de tu vida. Cuando la ilusión vive en nosotros permite un control en nuestra vida, permite llevar las riendas en la dirección que queremos y conseguir el resultado deseado.

10. La ilusión transforma tu presente y tu futuro. Una de las características de lailusión es que en su proceso creativo, mientras la diseñamos y la vivimos, cautiva nuestros sentidos, nuestra atención, nuestros pensamientos, nuestra alma. Nos proporciona un sorbo de vida, de color, de proyección de nuestro yo, convirtiendo ese momento personal (en mi vida, con mis hijos, o amigos o alumnos, o en mi trabajo) en una experiencia capaz de unir lo efímero a lo eterno. Ellos aprenden la ilusión contigo. La ilusión trasciende a través de ti.

 Lecina Fernández. Taller de la ilusión. 2010.