Lecina Fernández. Psicóloga Clínica.
Miembro de Psicoartaes del COPM.
Hablar de la muerte es difícil a cualquier edad, entre otras cosas, porque nadie sabe qué es estar muerto ni qué ocurre al morir. Cuando se habla de la muerte las preguntas ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? no tienen respuestas. Podemos imaginarlas desde nuestra cultura, nuestras creencias, nuestra historia de aprendizaje de la realidad o de la ficción que hemos conocido. Por ejemplo, en La Odisea, Ulises viaja al Hades o en La Divina Comedia Dante visita el infierno, el purgatorio y el paraíso. En el cine películas como “El séptimo sello” de Ingmar Bergman (1957) o “Comienza el espectáculo” de Bob Fosse (1979) hablan de la muerte.
En el cortometraje “El pato y la muerte”, la muerte también es un personaje en la vida. El pato le pregunta ¿Qué es? ¿Qué pasa? ¿Dónde vas cuándo mueres? y ésta no tiene respuestas concretas. Queda claro que la muerte es una compañía desde que nacemos y que forma parte de la vida. Esto es cierto, PERO cuidado. Vemos al pato solo, no sabemos si es una soledad deseada o no deseada. Está solo en su medio natural, sin familia que le quiera y arrope, sin amigos con quien compartir juegos y alegría. Vive en una inmensa soledad cada día, desde que sale el sol hasta que se ocultan las estrellas. Y de pronto se encuentra con el personaje de la muerte, que poco a poco se convierte en una amiga incondicional, disfruta de su compañía día y noche, la abraza y se queda con ella. El niño aprende esa historia, esa posibilidad.
La muerte es un tópico recurrente en los libros de Erlbruch. El pato, la Muerte y el Tulipán (2008) está protagonizado por un pato que se hace amigo de la Muerte. Hoy en día uno de los problemas más graves en nuestra sociedad es la soledad no deseada, y según las estadísticas recientes la sufren más los adolescentes que las personas mayores[i]. A ello se añade la depresión, la baja tolerancia a la frustración, … y el aumento de la incidencia del suicidio en los últimos años. ¿Puede resultar este cuento un aprendizaje de flirtear con la muerte? ¿De ver la muerte como una salida ante la ausencia de amigos o conflicto con compañeros? ¿Ante no sentirse escuchado y arropado? Y llegado el momento, en la infancia, pubertad o adolescencia, se encuentre solo, recuerde a la muerte como una amiga que “le sonrió con dulzura”, que “resulta simpática, incluso más que simpática” –como piensa el pato con la voz en off del narrador– y fantasee acercarse a ella, abrazarla y dejarse llevar por ella, con ese final flotando en las aguas del río con un tulipán sobre el pecho, evocando el romanticismo de la imagen de Ofelia. Sin ver el impacto que causa la muerte en la persona y en sus seres queridos.
Cuento, imágenes, color, todo es sencillo, agradable, no despierta temor ni dolor. Por eso puede ser un arma de doble filo en la sociedad que vivimos. Desde la Psicología sabemos que no todos los niños perciben, interpretan ni concluyen lo mismo, depende de su desarrollo evolutivo, cognitivo, emocional; depende de la cultura en la que crece; depende de las circunstancias que vive. Es necesario que el adulto (padre, madre, educadores, profesionales de la Psicología) tenga en cuenta las características del niño, tenga clara la reflexión que quiere transmitirle sobre la muerte y la vida, y lea o vea este vídeo con ellos para encauzar el objetivo elegido, pero también es necesario que vea el riesgo que supone que el niño aprenda a ver a la muerte “más que simpática”, mejor amiga y mejor opción que la realidad que vive, que le anime a abrazarla y dejarse llevar por ella, en una sociedad en la que la soledad no deseada, la depresión y el suicidio cada vez está más presente.
La Psicología ayuda a estar atentos, a hacer el análisisde las historias que leen y ven las personas y a prevenir.
[i] Jornada “La soledad no deseada”. Colegio de la Psicología de Madrid. Enero 2024.